La niña y la bestia

En Moscú, Rusia, la noche pronto se cernía sobre la nieve, y más aún en invierno. La gente iba a resguardarse en sus casas del frío negro que cubría el cielo, a pasar la velada junto con los demás.

O, bueno... casi todos.
En uno de los edificios más altos de la ciudad, en un piso demasiado alto como para contarlo pero suficientemente bajo como para no verse el suelo, un hombre de unos dos metros se sentaba en un sillón de la sala de descanso mientras comía un melocotón, después de arrancarle meticulosamente la pequeña formación leñosa de la cabeza. Su traje negro le daba un aspecto de matón, y su rostro inexpresivo no ayudaba a disipar esa impresión. Otro contratista parecía calcular cómo podía tirar mejor en una mesa de billar mientras un tercero agitaba un vaso de vodka con hielos.
- ¿Sabes?- Dijo el de la mesa de billar.- Siempre me había gustado jugar al billar. O eso creo recordar. Era muy bueno haciéndolo y escalé muchos puestos sociales gracias a ello. Pero ahora que me toca hacerlo por obligación, cada vez me aburre más.- Miró al del vodka.- Total, jugar al billar es mi compensación. Podía haber sido peor, ¿no crees?- El otro contratista, con el vaso de hielo, le miró fijamente.- Si estuvieras en mi lugar seguro que habrías elegido jugar al billar. Es algo mucho más agradable. ¿Y tú, Bunker? ¿Cuál es tu compensación?- El grandullón con traje sonrió.- Una compensación, es una debilidad, chicos. No la soltéis tan rápidamente ante otros contratistas que no sabéis si son o serán en el futuro vuestros enemigos. Y mi compensación, es que no puedo decir nunca cuál es mi compensación.- Acabó guiñando un ojo, mientras entraban unos hombres. Uno de ellos traía una figura pequeña con la cara tapada. Indicaron a los otros dos contratistas que se fueran, y quedaron solos con Bunker.
- Queríamos recompensarte por el buen trabajo que hiciste con ese contratista del gobierno Japonés. El anonimato de nuestros miembros de la sección japonesa no ha sido comprometido.
- Sí, ¿Qué tal está el señor Kobayashi?- Los otros hombres no se inmutaron, y el que tenía al infante se acercó.
- Esto de aquí es un Doll, que te hemos asignado para que te sirva como apoyo en las misiones, Fue arrebatado a Eden por el contratista VC-510.
El contratista enorme se inclinó hacia el doll.- ¿Arrebatado a Eden? Bueno, supongo que no viene mal un poco de ayuda.- Le quitó la capucha, descubriendo su aspecto y examinándolo impasible.- Su nombre es Alice.- ¿Alice? Dijo él escrutando fijamente sus ojos celestes.- ¿Pero no es un niño? En fin.. Alice, ¿Verdad?

Hace frio. ¿Por qué hace tanto frio? Muevo el rostro 4 grados al este, lo suficiente para que mi vista vague a través de las fugaces siluetas de los edificios. Me muevo. Nos movemos. Estoy en automóvil. ¿Dónde estoy? ¿Hacia dónde voy? No lo tengo, no puedo ver mas allá. ¿Dónde estoy? ¿Por qué hace tanto frio?

El vehículo se detiene, un hombre me toma de la mano, vuelvo a bajar la vista. No me lastimará. Nadie me ha lastimado desde que llegue, por eso no tengo miedo cuando me llevan hacia un edificio.

Los hombres hablan sobre entregarme a un contratista. ¿Sera él? ¿Sera que podre verlo de nuevo? Ya pasó mucho tiempo.

Subo por el ascensor junto a ellos. La expectativa me tiene impaciente, escuchándolos hablar sobre él. Cada vez me resulta más familiar. Ha de ser él, de seguro.

Llegamos por fin. Entramos a un cuarto de luz algo tenue. Tres hombre, a dos de ellos les ordenan irse antes de siquiera poder observarlos. El que queda se dirige hacia nosotros. Llego a ver sus piernas, es demasiado alto, él también era así.

Comienzan a conversar. De repente ha vuelto a hacer frio. No es su voz, pero veo sus pasos acercarse, me quita la capucha de orejitas. ¿Quién es? No me agrada.

- Si.- Respondo, estoica.

Hace frio, quiero mi capucha de vuelta. Las mujeres del Centro me la obsequiaron. Las mujeres me quieren mucho, me cuidan. Me gusta mi capucha de orejitas. Sé que si me la pongo, parte del frio se ira.

- De acuerdo...- se irguió de nuevo, levantándose.- ¿Algo más que deba saber?- El que había hablado antes rebuscó en su maletín.- Sí, tiene.. tiene un par de especificaciones... Aquí están.- Sacó unas hojas de tamaño cuartilla que le entregó a Bunker.- Ese es el informe que se hizo sobre la operación de Marco, y esto...- Sacó otra que parecía una ficha- Es la información sobre la Doll. Como verás hay un par de especificaciones que la hacen especialmente valiosa.

Bunker se sentó de nuevo en le sillón a leer, pero el hombre volvió a llamar su atención.- Aún hay más, esta es la información de tu próximo objetivo, podrías llevarte a la Doll y testar sus habilidades en la práctica.- Bunker siguió cogiendo papeles sin mirarlo. Cuando se empezaron a ir, miró a la Doll, recordando que no se iba a mover si no le decía nada, y acercando una silla le indicó que se sentara.
- Así que tu medio de dispersión es este... Interesante, supongo. Tendré que conseguirte algo para que ayude con eso.- Frunció el ceño, ¿habían implementado sus funciones de localización de manera que ahora era una mira telescópica en un cuerpo de niña? Era interesante, se dijo, aunque habría que tener cuidado porque a corto rango no era más que una simple doll.

Y también entendía por qué le habían elegido a él para controlarla. Era el único de los contratistas de aquellos lares de la Organización que podría soportar sus errores.

- Vaya, así que también me han dado una misión... En fin, vamos a prepararla. Tú te vienes conmigo- Le dijo a la niña mientras se levantaba, revolviéndole el pelo mientras guardaba sus papeles en un cuaderno que metió en un bolsillo interior.- Vamos a ver de qué eres capaz.

Abajo, en la entrada del edificio, Bunker no tuvo problemas en localizar la moto. Tomó el casco, poniéndoselo, y colocó el sillín de detrás, que acababa de comprar junto con un casco para niño en el centro comercial que se extendía a lo largo de 10 plantas bajo el piso de su embajada.
- ¿Has montado alguna vez en moto, Alice?- Dijo, mientras lo hacía él y le daba el casco a la niña.- Porque si no... te sugiero que te agarres.

Ordena que me siente. Lo hago. Mis pies no tocan el suelo, eso no me agrada. Me despeina sin razón alguna. Es raro. Es molesto. No me agrada. Aun me molesta el frio. ¿Por qué en este lugar hace tanto frio?

Los días en los que estuve junto a Marco eran calurosos. El sol golpeaba fuerte. Pero aquí hace frio, no deja de hacer frio y está oscuro, y aun no tengo puesta mi capucha de orejitas porque él me la quitó. Es molesto es molesto. ¿Por qué me dejaron con él? ¿Por qué? No quiero. ¡No quiero!

El está haciendo que haga más frio. El hace que el corredor se haga más largo. El hace que el corredor se hagan más oscuros. El no me agrada. Yo quería...yo quería ver a Marco.


Y ahora, aunque no quiera, respondo a sus preguntas, negando con la cabeza cuando habla sobre montar en motocicleta y poniéndome el casco sin emitir palabra.

Me detengo a observar como subir a eso. Es algo muy raro. Me apoyo en el apoya pies, mi tobillo tiembla y el pie se me resbala. Golpeo el armazón con la rodilla y el resto de mi cuerpo cae sobre el sillín de la motocicleta. Duele. Me pongo de pie de nuevo. Piso firme el pedal, apoyando las palmas en el sillín para tener estabilidad, y lo logro.

Acomodo el cuerpo en el lugar y me sujeto, empuñando fuerte las manos al saco de él, a cada lado. Aun me duele la rodilla, y no quiero caerme en el viaje.

- ¿Tienes frío?- Dijo al notar el cuerpo de la doll tiritando involuntariamente.- El trayecto será corto, pero usa el cinturón- se lo ajustó.- No queremos que la policía nos detenga por tratar mal a un infante, ¿verdad? Aunque sea un doll.

En apenas cinco minutos, habiendo dejado atrás gran parte de Moscú, Bunker llegó a un edificio relativamente pequeño, aparcando la moto en un callejón al lado y entrando por una puerta trasera, no sin antes tomar a Alice de la mano, sin quitarle el casco - no queremos que sepan que estás conmigo, podrías tener problemas.- y dejar el suyo en la moto atado.

El tercer piso era una casa con las paredes anchas, de piedra, (un edificio antiguo al parecer) y con pocos muebles y cosas. Apenas había una habitación con una cama enorme y muebles como un armario y un espejo, así como una cama más pequeña y nueva. Había un baño junto a esta habitación. Las restantes habitaciones que tenían muebles eran: La cocina, el baño y la sala, con una mesa, una televisión pequeña en un soporte para esta, y una mesa redonda con tres sillas alrededor y un portátil. También había una estufa.
- Bueno, esta es tu casa. O al menos lo será mientras dure nuestra estancia en Moscú. Sé que esto te parecerá un poco frío y eso, y reconozco que para mí que me crié en Sudamérica también lo es, así que la estufa dará algo de calor.- Y así era, desde que habían entrado, su respiración no producía vaho y la doll no sentía ganas de ponerse cuatro capas más de abrigo encima.- ¿Sabes asearte tú sola o me necesitas para algo?- Dijo con naturalidad. El comportamiento de los dolls en tareas básicas muchas veces variaba con su programa, y mientras habían doll que hacían perfectamente una gran cantidad de cosas había conocido a otros que no realizaban ninguna actividad. Como si fueran vegetales. Diseñados específicamente para ello.

- Por cierto, conocí a VC-510, o como tú lo conocerás, Marco. Me gustaría que pensases sobre el tiempo que pasaste con él porque luego tendré que hacerte unas preguntas. Pero antes... ¿Necesitas comer o necesitas ayuda en algo? Voy a buscar el arma que utilizarás de ahora en adelante, así como a hacer un par de recados. Si quieres algo solo dilo. Se sentó en el sofá, más bajo y confortable que las sillas de la sala de estar de el edificio, y le indicó que hiciera lo mismo.

Habla mucho. No me agradan. Me recuerda cosas que no quiero recordar. Los hombres que me lastimaban también hablaban mucho. Se reían mucho. No me gustaba, y a los demás niños tampoco.

Entramos a un edificio. Las paredes están revestidas en piedra. Lo sé, puedo sentirlo.
Me lleva hacia una sala, sigue hablando, lo oigo sin escuchar realmente lo que dice. Me interesan más las paredes, por lo que mis irises se mueven tratando de confirmar el tipo de material, hasta que elabora una pregunta para mí y respondo pausada pero maquinalmente; - Solo necesito comida.-

Entonces, antes de que mis sentidos se dispersaran nuevamente, menciona a Marco. Asiento quedadamente. No necesito pensar demasiado, todo lo recuerdo. Lo triste, lo no triste.

Me siento junto a él. Estoy cálida. Debe ser la estufa.

-Comida.- Murmuro.

- Comida, ¿eh?- Dijo pensativo.- ¿sabes? tienes razón, yo también tengo algo de hambre. Así que voy a posponer esos recados. Allá vamos!- dijo levantándose. Tenía que estrechar lazos con esa doll, hacerle ver que era su "amigo", eso era lo importante para que su nueva compañera desempeñase su función lo mejor posible. Bunker no tenía recuerdos de sus emociones cuando era humano, pero desde luego que aún tenía una máxima desde entonces, en lo referente a los compañeros y subordinados cuando trabajaba en equipo: "Un trabajador contento es un trabajador eficiente" además, los doll tenían un sistema parecido que les hacía estrechar lazos con sus compañeros y ser más eficientes.

Abrió la nevera y observó lo que había. Vale, no había mucho... pero menos era nada. Tomó el queso, tomó los huevos y tomó el tomate, y se dispuso a hacer algo que recordaba haber comido más de una vez en su infancia.
- Mientras se hace esto,- dijo mientras se asomaba al salón con un delantal no muy hogareño- Mira a ver si quieres explorar el lugar con tu espíritu de observación. Siéntete libre de hacerlo.

La sal... un poco de queso sobre el tomate... Bajar el fuego en el momento justo... Tomando dos platos, colocó en cada uno un huevo sobre una rodaja de tomate con queso, y los llevó a la mesa redonda. De vuelta a la cocina pasó de nuevo por el sofá, y, revolviéndole el pelo de nuevo, le dijo sonriendo:
- Vete a buscar dos tenedores, dos cuchillos y dos vasos y colócalos en la mesa, por favor.- Se ve que era una persona muy metódica, siempre tenía que poner algo en la mesa aunque sólo fuera a ser una comida frugal y rápida. Pero así lo habían educado, se dijo mientras colocaba un plato grande en la encimera y se lavaba las manos preparándose para hacer la ensalada. Un contratista cocinero, eh? ¿Quién lo hubiera dicho?

Habla demasiado, en verdad, habla demasiado. Sin embargo, lo que dice no suena mal.
Asiento, me incorporo. Un impulso extraño me tienta a correr hacia la pared más cercana y cerciorarme de algo, aunque no estoy segura del qué, y mis pies tampoco obedecen aquel deseo, por lo que camino aletargada, alzo la palma, apoyándola contra la pared de roca y…

Cientos de imágenes se suceden; el resto de las habitaciones, las calles de alrededor, los edificios. Mi espíritu surca cual estrella fugaz el concreto. Busco algo, pero, ¿que busco?
En un mundo hecho de piedras, de rocas…es demasiado difícil saber por dónde comenzar a buscar. Y ni siquiera sé lo que busco. ¿Es entonces imposible que lo encuentre?
Pero…

Encuentro algo más.

Puedo escucharla, los gritos ahogados de una mujer.

Un segundo después la veo. Sus quejidos suenan igual que los que escuchaba antes de que Marco me sacara de aquel sitio pero…Sus palabras. No entiendo lo que dice. Sé que está sufriendo, se que duele, pero no entiendo su idio—

Él me llama, aparto mi palma, perdiendo así la conexión y entrecerrando ligeramente los ojos un instante. Marco me salvo, pero veo que ese no era el único lugar donde se sufre.
“¿Por qué?” Es mi último pensamiento antes de cumplir al pie de la letra las ordenes que me encomendó.

Termino de ubicar los tenedores y espero, de pie, a un lado de la silla. Algo más cabizbaja que minutos atrás.

Tras unos cortos minutos de espera, el hombretón apareció de nuevo por la puerta, con una fuente llena de ensalada y dos platos con sendos huevos fritos sobre queso y tomate, que colocó ante las dos sillas de la mesa redonda. Ya no tenía el delantal, y se sentó a la mesa invitando a Alice a hacer lo mismo. Una vez que empezaron a comer, Bunker comenzó a hablar entre bocado y bocado.- ¿Te parece cómoda la casa? La verdad es que tampoco llevo mucho tiempo en ella, así que aún no he podido decorarla como se merece... pero creo que está bastante bien.- Y, diciendo a veces cosas banales, siguió comiendo al calor de la estufa.


"Lugar sugerido situado en el cuadrante C-12, coordenadas 528-491 siguiendo el sistema BAN. Se requiere confirmación visual del objetivo" Se oyó en una habitación en penumbra, el resonar de una voz proveniente de algún transistor. El brillo de una lente, reflejando un rayo de luz del exterior, se reflejó en la pared.
"Requerida confirmación de permanencia del individuo en el lugar para realizar una emboscada. Todas las unidades preparadas". El hombre, de negro y oculto, no dijo nada. Siguió vigilando.

Bunker se volvió a limpiar la boca con la servilleta, y miró a su plato, vacío. - Bueno, yo ya he acabado y tengo un par de cosas que hacer. Cuando estés, deja tu plato encima del mío, lo recogeré cuando vuelva.- Se levantó, y le revolvió el pelo según pasaba.- Puedes hacer lo que quieras mientras estés dentro de la casa. Este lugar es seguro.- Poniéndose de nuevo una americana de color negro, abrió la puerta de la calle y alzó un brazo en señal de despedida.- ¡Nos vemos!

Tomo mi lugar en la mesa, con cuchillo y tenedor, cada uno en sus respectivas manos. A pesar del ligero letargo de mis movimientos, mis dedos toman con firme delicadeza los cubiertos, permitiéndome cortar rebanadas perfectamente delgadas de tomate, para así llevármelas a la boca. Sabe delicioso.

Asiento quedadamente a sus comentarios. Realmente no me interesa mucho lo que dice, no poseo capacidades de apreciación, por lo que me es imposible discernir si algo es o no "bonito". Es lo que es, pero me gusta el calor de la estufa.

Entonces se levanta, terminando su improvisada comida, cuando a mi me queda poco más de la mitad. Vuelve a revolverme el cabello, aun no entiendo porqué lo hace, y yo vuelvo a asentir a sus órdenes, sin dirigirle una mirada directa mientras se aleja por la puerta. La escucho cerrarse y continúo comiendo

-Recoge las cosas y colócalas en el lavavajillas cuando acabes.-Tras cerrarse la puerta, la estancia quedó en silencio, interrumpido tan solo por el sonido de un reloj que había en la cocina.

Bunker, por su parte, sin sospechar nada, ya había llegado al mismo edificio del cual salió. Un lugar enorme, con demasiadas plantas, quizás. Algunas de ellas, centros comerciales. Otras tantas, cerradas al público. Nunca sabrían lo que allí se cocía.

Pero cuando entró en la primera planta y la calefacción de los comercios le calentó la cara, miró el reloj. Aún faltaba un rato para que tuviese que recoger las instrucciones. ¿Qué podría hacer hasta entonces? Poniendo los brazos en jarras y mirando a su alrededor, el inmenso centro comercial, sonrió. Por fin había encontrado lo que quería.

[Dos horas después]
La puerta del apartamento se cerró suavemente, pero con cierto ruido, y Bunker, según entró, se adentró en la sala, donde había dejado a la Doll.- ¿Cómo te va, Alice?

Continúo comiendo. El tiempo pasa. Una vez termino, me incorporo y acerco los trastos sucios al lavavajillas. Regreso al sofá, cerca de la estufa, y espero alli sentada a que mi nuevo dueño regrese.

Es muy hablador pero, no parece querer lastimarme.

Relajo, por primera vez en mucho tiempo, los hombros y la espalda, encorvándome ligeramente para poder apoyarme en el respaldo del sofá.

Es cómodo, y el sonido del reloj, pasado unos minutos, comienza a producirme cierta ensoñación...

Vuelvo en mi misma una vez que oigo la puerta y le oigo entrar. Me siento nuevamente erguida y en estado de mayor "alerta".

-Bien.-Murmuro.

El hombre se volvió a sentar en el sofá. La información recibida era algo interesante a tener en cuenta, a pesar de que ya suponía que pasaría algo así.

Sólo era cuestión de tiempo. Pero, de momento, le ofreció sentarse de nuevo a la niña, como sabía que haría.
- ¿Te sientes aquí bien, Alice? ¿Con quién has estado hasta ahora? Cuéntame algo sobre ti.- Cada cosa tiene su momento... Y ahora era el momento de "intimar" con la doll.

Bunker era de esos tipos raros que están de acuerdo con que los dolls, y en general, los trabajadores, tienen un mayor rendimiento cuando se sienten apreciados. Claro que era un contratista, y como cual no tenía "sentimientos" propiamente dichos, sin embargo sí que sabía de casos de dolls cuyas capacidades y rendimiento habían aumentado: Habían "evolucionado".

Y eso quería hacer él.